Salud Mental
como indicativo de la adaptabilidad de un individuo o colectivo a una situación
prolongada (laboral, familiar y de recreo/ociosa)
Adaptabilidad:
responsabilidad ajustada, ritmo, disciplina, flexibilidad, aspecto reivindicativo,
tiempo invertido en re-crear las situaciones ya sean gozosas o displacenteras
(Obsesiones positivas y negativas), tiempo y calidad invertida en descansar...
aprendizaje satisfactorio como cualidad inherente a las conductas adaptativas: la puesta en practica del aprendizaje podrá ser llevada con +o- seguridad dependiendo de la claridad de ideas, de la motivación y de la amplitud de los conocimientos, así como la capacidad de concentrarse (que incluye, paradójicamente, cierta "dispersión", como recurso en el relacionar unas cosas con otras: para sacar conclusiones, si bien estas conclusiones serán más transparentes conforme uno se va "centrando"). También si uno pierde o va perdiendo su timidez...
aprendizaje satisfactorio como cualidad inherente a las conductas adaptativas: la puesta en practica del aprendizaje podrá ser llevada con +o- seguridad dependiendo de la claridad de ideas, de la motivación y de la amplitud de los conocimientos, así como la capacidad de concentrarse (que incluye, paradójicamente, cierta "dispersión", como recurso en el relacionar unas cosas con otras: para sacar conclusiones, si bien estas conclusiones serán más transparentes conforme uno se va "centrando"). También si uno pierde o va perdiendo su timidez...
Responsabilidad:
compromiso de cumplir las normas y hábitos impuestos Ó consensuados de “la”
institución,..
Ritmo:
relajado/intenso, constante/a intervalos, soportable/insoportable (estresante) ¡y! la combinatoria de estas... ¡especialmente demente por parte de la Psiquiatría!
Disciplina:
para aquellos que además de cumplir tienen algún compromiso extra, o un cargo,
o tienen que rendir cuentas acerca del trabajo realizado
Flexibilidad:
pequeños favores de “la” institución con el fin de aliviar alguna carga o bien
conquistas arrancadas a “ésta”. También, poder de cambio del proceso laboral
por parte del conjunto de trabajadores y usuarios de todo tipo
Aspecto
reivindicativo: actitud no-conservadora, sino más bien creativa (creadora) que
impide la violación de los derechos o el aumento de las injusticias..
Obsesiones
positivas y negativas: en primer lugar algo tan sencillo como llevarse un buen
recuerdo y en el segundo, como consecuencia, no poder desconectar -tomado de la expresión coloquial- de tu
tarea/trabajo
Tiempo... invertido en descansar: no tanto si es duradero como si es aprovechado, aunque
un mínimo de ocho horas es más que recomendable. El número de éstas puede
variar de una persona a otra
Preguntas
que nos podemos plantear a raíz de estos criterios valorativos de la salud
mental tanto de un colectivo como del individuo. En primer lugar algo muy
sencillo: ¿no existen más criterios para valorar dicha salud que la capacidad
de trabajar, de dar la talla en un sistema en el que no se nos promete otra
cosa que la (sobre-)explotación, ahora teñida con la excusa de una crisis que
es propia de una estructura social clasista como es el capitalismo? Y sin
embargo, la gran mayoría de diagnosticados con “enfermedad mental” han dado el
callo de muy diversas formas, siguen ocupados en sus pequeñas labores pagadas y
no-pagadas, protegidos por este estado, al amparo de sus familias o sin nada de
lo anterior (el estado, antes llamado de “bienestar”, si es que alguna vez lo
ha sido para la mayoría, ahora nos suena si cabe más hipócrita. Siento si
mezclo cosas, pero “este estado” no causa sino malestar, indignación y muchos
cabreos… ¡que todavía no sabemos cómo canalizar!). No se trata tampoco de
fomentar ninguna “inadaptación revolucionaria”, algo que sería muy de desear si
efectivamente hubiese posibilidad de lograr alguna revolución siendo
inadaptados. No es igual la adaptación al sometimiento, y si cabe alguna duda
semántica, podríamos hablar de adaptación activa (creativa y destructora, al
mismo tiempo).
El amor es
otro criterio, y quizás el más importante. Tómese en el sentido más amplio de
la palabra: como los sentimientos de compañerismo que te unen a otra persona, o
a un grupo de amigos, etc.; el homoerotismo es amor, el amor por uno mismo es
amor, el amor sin sexo es amor, aunque no sea esto “lo más deseable”… ¿se podría decir
que hay un amor insano? Propiamente esto no es así: hay relaciones donde
aparece también el odio o formas muy negadoras de una afectividad y emotividad
sanas-normales, o relaciones frustrantes donde uno debe tomar alguna decisión
complicada, que no le convence del todo. Una cosa es la madurez y otra el amor,
aunque sin duda con la primera, las relaciones se esclarecerán más rápidamente:
la experiencia te ayudará a ver dónde no vas a obtener respuesta a tus deseos y
con quién va a ser más fácil. Pero como “el amor no existe separado del mundo,
del resto de las cosas” uno siempre deberá estar preparado para la soledad,
asegurar sus mejores amistades e incluso “una familia que no le hace mucha
gracia” (esto no pretende ser autobiográfico: al parecer es algo muy extendido…).
Incluso a través del sólo recuerdo, un amor grande te hará ser más valiente y
seguro en tus opciones, en tus caminares.
¿Basta con
amar y trabajar/estar “ocupado”, para ser una persona sana?, ¿y de qué valdría
decir que sí si hay personas incapaces de amar y trabajar con inmenso poder y
dinero (¡algunos hasta fama!) que nunca aceptarían un diagnóstico por benigno
que fuera?, ¿de qué valdría si hay muchos hombres tristemente fracasados,
indefensos ante un despido que no pueden recurrir a ninguna amistad para
solventar su estado anímico y su falta de recursos económicos (y eso les lleva
al suicidio, o les diagnostican depresión –por sus ideas suicidas,
obviamente)?, ¿no es en estos dos casos la sociedad –su modo de producción
explotador/clasista- la que está enferma y permite que unos vivan de otros y
estos no puedan ser dueños de sus vidas? ¿y si además te has enfrentado a una
situación complicada y tus relaciones personales y tu trabajo (u ocupación) se
han visto lastimados, aceptarías un diagnóstico para toda la vida (tenga este
sentido o no), estando al cuidado de tu familia u hospitalizado?… aceptarías un
regreso a “tu normalidad”, si hay posibilidad de que te den una pensión y/o
cobres el paro? Explico la(s) última pregunta: ¿quién decide quién está enfermo
y para qué?
Evidentemente,
esto lo valora un psiquiatra. Si has consumido alguna droga, si eres joven de
edad, si eres una persona especialmente autónoma (o con aspiraciones de serlo) , si tienes padres que
desconfían de ti, si no sabes explicarte/defenderte/mentir ante él, si no
puedes continuar tu vida “con normalidad” (puesto que esta sociedad no tiene
recursos humanitarios para "tamañas personas"), si simplemente no tiene más
pacientes y necesita el dinero u ocupar horas. Este es el perfil, por un motivo u otro, de los diagnosticados con enfermedad mental. ¿Es tan sólo una coincidencia? Esta vez no es una pregunta retórica...
Dicho así
pudiera parecer que “no hay enfermos mentales”, o que en todo caso es algo
puntual, o de amos del mundo y de trabajadores despedidos. Ahora por lo visto
se matiza y se dice que “hay personas con enfermedad mental”. Sí, es un matiz
que permitiría decir: “que también tienen un grado de salud (mental) importante”…
¿no se podría cuestionar –y perdónenme si todavía creo que vivo en una democracia-
el grado de salud de los psiquiatras y demás trabajadores psi? De verdad que lo
pregunto aunque sé la respuesta: cuestionar la salud mental de cualquier
persona suele ser algo embarazoso, quiero decir de las personas normales que
tienen como mucho algún mal recuerdo, tienen un agradable hogar, o una pareja
con la que disfrutan, o una pasión que realizar… ¡imagínense cómo puede
reaccionar uno de estos profesionales! Por una sencilla razón: son expertos en
el tema, o al menos les acredita un título. O por otra sencilla razón: si
tienen el suficiente poder como para joderte la vida, lo harán, sean sádicos,
vengativos o con un sentido de la autoridad y de la disciplina muy agudizado…
en fin, hablar de salud mental, es complicado para los que nos estrujamos
precisamente “la mente”, en definir tal: tus ideas, tus imaginaciones, tus
dudas ¡creo que todo esto es algo mental!, se vuelque o no se vuelque en el
mundo. Pero resulta que esto no soluciona nada de por sí se aplique a lo
erótico y lo laboral, al menos si se hace de forma mecánica o abstracta. Quiero
decir: ¿el amor es algo mental? Sí, en tanto tenemos una idea de una persona
concreta a la que amamos; sí en tanto imaginamos cosas que hacer con esta y
también en tanto dudamos, en muchos sentidos (no equiparo “dudar” con “tener
inseguridad”). ¿El trabajo es algo mental?: ¿no pensamos en lo que hacemos en
el momento de hacerlo e incluso después?, ¿no ideamos formas de mejorar nuestro
trabajo o de hacerlo más liviano?, ¿no dudamos acerca de nuevos procederes en
éste?
¿Y no puede
haber ideas, imaginaciones y dudas enfermas? Se habla de que determinadas “formas
de pensar” rebasan un límite que es por el que las personas enferman. Es cierto
siempre y cuando aquel que haya enfermado tenga la patria potestad de no
dejarse mentir (no creen que NO mentirse a un mismo es más complicado, pero al
mismo tiempo menos cruel… ¡piénsenlo!, profanadores del inconsciente que repiten
“sus” verdades acerca de “los enfermos”, ¡sin admitir las que nosotros les
decimos… ¿QUÉ IGUALDAD HAY AQUÍ EN EL TRATO?). Hablo de que ningún profesional
psi, por muy diferente que sea, por muy en desacuerdo que esté con “su paciente”,
no puede/no debe manipular sus recuerdos: su inconsciente, para justificar una
terapia, una visita a su consulta o un internamiento. Cuando hablo de no
dejarse mentir, hablo también en un sentido ético, de reconocimiento de uno
mismo en el hecho que no es necesario el exceso/abuso de medicamentos y que
cada cual puede pensar lo que quiera acerca de su diagnóstico. Al fin y al
cabo, si se trata de diagnósticos, la experiencia conjunta de los usuarios de
Salud Mental (véase también Psiquiatrizados) nos dice que suele ser algo
bastante arbitrario o en todo caso muy provisional, que en la práctica
justifica recetas tanto medicamentosas como de trato inhumano.
De nuevo:
¿alguna idea enferma? Se entiende: un deseo que te haga ser alguien incapaz
para convivir. ¿Alguna imaginación enferma? Una representación sea onírica o
fantasiosa que te impida convivir. ¿Alguna duda enferma? Cosas que no sabes si
existen o son imposibles de realizar por ti y que te mantienen obcecado en
tales pensamientos… ¡luego, es difícil convivir contigo!...pero... ¿quién es maestro en convivir?
Yo diría que pocas personas o nadie directamente: siempre hay
incompatibilidades. Pero no me quiero salir del todo del tema… ¿no es de nuevo
en el convivir (y en el sin-vivir), donde se fraguan estas mentes no-sanas, o
enfermadas o no totalmente sanas? Habría que hablar por lo tanto de la familia,
de la institución familiar y de sus estructuras encubiertas: caracteriales y de
“exigencia social” (aculturativas, clasistas…). Pero que nadie tire piedras
todavía: aquí no se hace “culpable” de enfermedades mentales a la familia de
por sí, si no a las familias concretas donde se fraguaron “esas” ideas,
imaginaciones y dudas, donde “el que enfermó”, no tuvo otra salida que
someterse de algún modo, aceptando y negando COMO PUDO, todo lo que vivió y
experimentó en su seno (“aclimatándose a la tempestad”, que decía un cantautor).
Entonces,
¿por qué no adaptarse a situaciones de amor y trabajo gozosos? La pregunta es
sencillísima de entender a primera vista. ¿Pero quién tiene la solución? O,
mejor dicho: ¿Cuál es la solución a este problema, lo que nos haría a todos
indefectiblemente sanos? No se trata aquí únicamente de hablar de un cambio
social importantísimo (ahora si cabe más urgente con esta crisis); sino de
crear condiciones para que las instituciones llamadas de Salud Mental, tuvieran
un papel de prevención únicamente. Esto pasaría por desterrar de una vez por
todas el argumento de que las enfermedades mentales tienen un componente
genético… ¿en qué lugar del genoma se ha descubierto una tendencia al
sobre-flujo de dopamina así como de otros “desencadenantes químicos” que
pudieran incidir de forma “enfermiza”? Si se sostiene que la esquizofrenia es
genética, ¿por qué la depresión no? Pero no se trata de viciar más algo que
está viciado desde hace más de ochenta años, cuando se argumentaba que la esquizofrenia
era hereditaria y así esterilizaban a aquellos con tal diagnóstico… ¡qué
desfachatez! Nadie puede asegurar que no enfermará de algún tipo de
psicosis/esquizofrenia, ante situaciones parecidas a alguien que efectivamente
enfermó. No recurran a comprobarlo: si efectivamente hay algo genético… ¡los
grandes sementales “enfermos de tal” nos encargaremos de asegurar tal variedad
genética! ¡No te digo!
Vuelta a la
pregunta: ¿por qué no adaptarse al goce, sin descuidar la organización social
(esto es, en su aspecto económico, político y cultural)? ¿Debemos escuchar por
más tiempo que el mundo es el que es, sin más? ¿debemos aceptar también sin más
una enfermedad que se nos repite como el chorizo de parte de “gente
aparentemente sana” que, en todo caso, no hace mucho por cambiar, amparándose
en su negatividad pluriforme: “tengo ya mucha edad”, “eso es tuyo, no mío”, “tú
si tienes que hacer esfuerzos (yo no)”, etc.
Quizás no se
puede exigir a una persona que acepte todo lo que le dices sea o no sea verdad
(porque en parte este se tendrá que tomar la molestia de averiguar sus cosas
por otro lado), así como que acepte que para acabar con las injusticias no sólo
hay que hablarlas, cada vez en tono más alto (aunque ya es algo), sino que
además hay que organizarse allí donde palpite la lucha “que más le toca”; puede
que no acepte que a grandes problemas, grandes soluciones y el motivo es que
esas grandes soluciones, al ser conocidas de soslayo, le proporcionan a quien
las vive en un momento dado, eso mismo: una grandeza que dura hasta que algo o
alguien hace caer “ese ídolo”, que no pudo ser todavía un gran ideal,
consecuente para él/ella. Quizás no puedas lograr que alguien tenga los mismos
gustos que tú, siquiera parecidos; pero puedes conquistar a una persona con tu
compañía: tus verdades, tus injusticias dichas en voz alta y tu gusto
"intransigente"…
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