NOTA AUTOBIOGRÁFICA
Nací desconocido… ¿qué había tras
esas paredes –dicen que resplandor-? En verdad sé que hay algo antes que la luz
que no es oscuridad, o simple falta de luz: dar patadas a una placenta –ni
siquiera una “barriguita amable”- dar vueltas en el magma flotante y
posiblemente indoloro cosmos intrauterino. Algo debe subintuirse, algo debe conocerse ya primaria, primigeniamente
–embrionaria y fetalmente, si podemos
jugar con las palabras-, para que un cachorro humano –se dedique posteriormente
o no a la poesía ritual, se innove o no- nazca con hambre, dolor o placidez…
¿reencarnarse? De eso probablemente se trataría… ¡pero en un futuro!: nacemos
sin consciencia simbólica, pero tenemos la capacidad de adquirirla. En esto los
poetas creemos ser expertos. Maestros en llevar esa capacidad a cotas de inefabilidad desconocidas. No es una tautología.
Nací desconociendo, y desconociente –o ignorante, para la
gente menos palabril- en una fecha marcada por la fundación de la AIT (también
conocida como la 1ª Internacional, de Marx y Bakunin). Mi padre quería ponerme
de nombre Agamenón. Supongo que atravesaría una cogorza helenística muy grande.
Mi madre le corrigió sentenciosamente y la querella tuvo nombre: Alfonso: como
mi padre: como mi abuelo: como tantos reyes, uno de los cuales da nombre a una
avenida muy concurrida de mi pequeña
capital de provincia. “Yo soy el sabio”, podría haber sido la frasecita
pedante de un chavalín como yo, más interesado en levantar bragas, y seguir el
fútbol por televisión y en perseguir
el balón tras el delantero.
A ojos precisos: mi familia es
obrera, de conciencia algo instintiva y de condiciones materiales envidiables.
Un tanto privilegiada por las luchas sociales de la generación inmediatamente
anterior o inspiradas en ella: los que en este momento han pasado sobradamente
de los 60,pero no alcanzan los 70.
De mis abuelos diré simplemente que
son gente sencilla, amable, callada y al mismo tiempo extrovertida, que
recalaron en Alicante cuando esta ciudad todavía no se dedicaba al turismo ni
había “guateques”. Mis abuelos supieron darles a mis padres una educación
relativamente amplia. De ahí que mi padre pudiera acceder a un puesto de
profesor de instituto y mi madre a administrativa de servicios sanitarios. Es
por lo tanto sencillo entender que yo tuviera un fácil acceso a la cultura.
…mi principal vocación acabó siendo
la poesía: al mismo tiempo fuga y encuentro con el mundo. Deseo y consumación.
Realidad y acto imaginativo.
¿Qué diría yo de “LA” poesía? Parece
que todo pueda caber en ésta… y quizás les venga bien a algunos leer sobre teoría,
si es que no les lleva a un mecanicismo empobrecedor, tanto a la hora de
entenderla como de ejecutarla.
No puedo ser ajeno a la poesía de los
poetas, dicho al pie de la letra, vivos o que “nos dejaron” hace poco (pese a
que en ocasiones me haya identificado con un Cernuda…). Ni tampoco puedo ser
ajeno a los avatares sociales de las personas a que he estado y estoy
vinculado. Creo firmemente en las Tesis de Feuerbach, aunque en muchas
ocasiones huya de su lenguaje “claro pero desgastado”. Sé que Marx pudo decirlo
–así como nosotros podríamos hacerlo- en un lenguaje más de la calle, pero
podría haberse expresado en un lenguaje también más filosófico u oscuro. Quizás
no se trata de qué jerga utilizamos –pienso que a todas horas estamos hablando
en distintas jergas-, sino si somos
capaces de explicar y comunicar. En el caso de la poesía, quizás se trate un
tanto más de sugerir… ¡hay que ser
rigurosos! Bukowski y Góngora son dos tipos extremos de rigor. Porque se trata
de rigor con un discurso: forma de ser ellos mismos y el compromiso que
adquieren con el modo de decirlo.
Creedme: sé que es poesía cuando la
leo, pero no sabría qué decir acerca de
QUÉ NO ES poesía… ¿¡alguien ha visto en su vida una Historia de la Poesía desde
El Poema de Gilgamesh hasta Roger Wolf o Jorge Reichmann, por citar dos autores
de nuestras tierras que deberían
sonarles… sí, es más fácil incluir el “objeto” llamado poesía un una historia
más general sobre literatura y saldar cuentas diciendo que “tal novelista se
puso lírico en tal pasaje”. La poesía,
los poetas y los poemas merecen su
propia historia. Creo que debemos ser además nosotros los fabricantes, los
productores de versos quienes nos ocupemos de esto y tomemos partido por
nuestro devenir común, y así podamos confrontar nuestras líneas estéticas, ideológicas
y metodológicas (si esto es posible
como parecía apuntar Maiakovski en CÓMO HACER VERSOS).
Nada de esto asegura un poema redondo…
“bueno, chicos, pues se van a llevar en la maleta las aristas más auténticas y
rebeldes que se han visto desde Allan Ginsberg” pondría en boca de una
vendedora de verduras afín a mi libro”. Así que he pecado: me he convertido en
mi propio crítico, y nada humilde: ¡soy una vendedora de lechugas!
… fantasear con lo que escribiría, y
después recitaría: fue el comienzo de mi vocación, que yo dataría desde el
verano 2001-abril 2002, básicamente mi primera estancia prolongada en Granada…
¿mi primer poema “valioso”? (De alguna manera) un poemilla al poder de la
naturaleza, tal como empezó Rimbaud, al que yo todavía no había leído. La
diferencia es que Rimbaud sublimaba (y ocultaba) y yo procuraba no hacerlo: yo,
quinceañero satisfecho, ejecutaba un ejercicio de rima: la escusa perfecta para
realizar un modesto sueño de siempre:
hacer un buen poema (Viejos azules, cielo
y mar, creación que aparece al principio del libro que les presento, con
pudor y orgullo y que data de marzo-1998). Entre la realización material de ese
sueño y el afianzamiento de esta
vocación (abril-2002) mis influencias principales fueron Bécquer, Quevedo,
Rimbaud, Homero, Pedro Salinas y Leopoldo María Panero; y en un sentido más
prosístico: Gabriel García Márquez, Kafka, Orwell, El Lazarillo…
Nunca he sido un “gran lector” en el
sentido de la cantidad: he pensado que el excesivo apego a los libros
empobrecería una vida que sin embargo he ocupado también, a parte de lo obvio y
asistir a clases; en darme un pateo –sí, es verdad: a veces mi destino era la
biblioteca- por las calles del casco antiguo, recorrer grandes distancias a pie
(la bicicleta nunca ha sido lo mío y no tengo carnet de conducir), ver en
definitiva el paisaje urbano (algo que creo se ve bien reflejado en el segundo
poemario del libro Ciudad arrojada),
así como el “rural”, cruzar en cuanto he podido los linderos de esos bosques
que empiezan a escasear por nuestras tierras.
No he sido especialmente un Don Juan
o un vividor, pero he tenido grandes amistades, algunas de ellas “sexuales”,
como me gusta decir… realmente NO SÉ qué es lo que debe curtir necesariamente a un “poeta de altura”…
¿en quién pensamos?, ¿en Baudellaire que sería el “lugar más transitado” entre
nosotros, los poetas actuales (o de la modernidad, como se prefiera)?
… pero los poetas (“ese” nosotros) ,
y su público, no estamos organizados ni mucho menos unidos como sí lo estaban
en el periodo de lucha enconada contra el fascismo (1936-39). Y quizás los
motivos son más personales que estéticos (lejos, de todas formas, queda el
sectarismo histriónico de los
defensores a ultranza de la rima…). Claro que influyen las motivaciones
políticas, ideológicas y culturales…
Que hay que tener experiencia en
aquello de que se habla parece una evidencia insoslayable… ¿entonces?, ¿por qué
no hablar un tanto más de mí, y de lo que hago? Eso primero.
Soy esquizofrénico y estoy en lucha.
Lo primero no lo he elegido pero lo segundo sí. Me gusta meditar en voz alta
conmigo o en la conversación: ser espontáneo cuando tienes un amigo a tu lado y
no una autoridad que te va a juzgar. Me gusta apretar la mano fuerte pero sin
hacer daño. Me cuesta enfadarme y reconocer que estoy disgustado: me guardo la
rabia para darle una lección “de frente” o escribiéndolo a quien se propasó
conmigo, con los puños, con su sucia lengua o con un silencio, que le delata.
Me digo comunista y soy un tanto incoherente, no porque no comparta o no lea a
Lenin, sino porque no milito en ningún Partido Comunista (aun habiendo
“opciones”, muy loables). Soy desordenado, no anárquico. Amable hasta
el punto de la servicialidad con quien considero humilde y merecedor de ese
trato. No odio todo odio, pero sí amo todo amor, verdadero. Asumo de buen grado
una disciplina que va a dar frutos y en la que otros se implican como yo. Yo
soy distinto a ti: por eso podemos y debemos
compararnos. Si hay respeto todo puede surgir: mi libertad es tanto una onda
expansiva, como un escudo: así te lo deseo a ti. Pienso en el superhombre como
una utopía colectiva: me obsesiona desde hace tiempo. Casi se puede decir que
soy heterosexual al 100%, pero no me
cuesta sonreír a un chico, abrazarlo e incluso acariciarle el hombro. Soy tu
juguete tu guerrero tu mulo de carga (espero que puedas ser eso para mí, tú
también). Debo decirlo: hay ocasiones en que me gustaría dejar toda modestia y
decirle al mundo todo lo que se pierden por no haberme leído… creo sinceramente
que hay pocos autores dentro de nuestras fronteras que mantengan un nivel
similar al mío; creo que si no lo digo,
además de callarme una verdad, no estaré llamando la atención de aquellas
personas que precisamente reclaman que uno diga la verdad acerca de su obra:
que se valore a sí mismo. Así que está muy bien piropearnos. ¿Especifico? Mi
imagen es veloz y mis afectos tormentosos pero tranquilos, si intelectualizo
normalmente es porque viene a cuento, sobretodo lo hago para explicar y hacer
bromas: no es un mecanismo de defensa (más bien un afrontamiento, una
estrategia de actuación, también en poesía)… aunque cueste de creer, si algo
falta en mi poesía es un Canto a mí mismo,
sistemático y coherente… ¡ya lo haré!
…he tenido más de cinco ingresos en
Centros Psiquiátricos… mi primer brote, y me voy a ceñir a mi visión de las
cosas, al margen casi totalmente de diagnósticos e informes, data de febrero y
marzo del 2003, que correspondió también con un bajón –que no un parón- en lo
que escribía. Se trata de los últimos poemas de Ciudad arrojada. Tenía comportamientos extraños: de huida.
Pero antes de esto, logré demostrarme
a mí mismo que podía hacer grandes cosas con los versos.
INTRODUCCIÓN A LOS POEMARIOS
PRIMEROS POEMAS... torcí mi camino, fui en busca de imposibles (como siempre...). Me creí feo, borracho, cursi, bondadoso; al interior de un barril que me protegía de todo el sol de este César demácrata que me urgía a extender otro sol incomprensible, hecho girones, roto, magullado... un niño que se veía en versos opacos, bucles que no tuve... del instrumento del lápiz (invento tardío de un neolítico que había aceptado la escritura), cogí la borra. No había Dios salvo tú, madre. Salvo un paisaje de orillas guijarros. Aprendí de tu leche y bordeé los límites donde un día los que se llamaron "hombres" trazaron caminos concretos/parecidos donde se perdía el imperio-bárbaro de etrutskos-/latinos. Yo, salvaje como la vida, torpe a la moto. ¿Yo? Primer hombre (en algo que aquí no quedará nada claro...). "No hay dios que valga" les decía a los torturantes medio-pensantes ankar.osos que se reunían bajo el fuego. "No hay jerarquía que valga", urgí a los más y a los menos dignos atrapados, anclados en un terruño donde YA se hablaba de "estrago" (class struggle). Siempre tuvieron/tuvimos nuestros sueños.
CIUDAD ARROJADA... torcí el camino. Me creí inteligente, divertido. Organicé mi lluvia de multitud al amparo de un ideal, buscando simplemente volver al barril... pero "eso" tenía que explotar. Hubo alguna chispita, las letras, los cafés... el silencio tembló de boca en boca.
EL DESEO DE LA REALIDAD... quizás tan sólo una chapa, mi sueldito, paraíso artificioso-laboral para olvidar casa, para entrar a saco en todos esos matorrales. Estragos... ¿deseo de qué? ¡¿conciencia de qué?! De qué manera volver a la realidad sino alienándome...
PLANETA DE LA DUDA... no hay camino. Hubo/habrá. Este planeta que planta decoro en lugar de vegetales, que necesita de alimento que se extiende más allá de la orilla quiere decirte: duda.Y sé feliz y sentencioso con el mochilón de tus imágenes deseos consumaciones...
¡MUJERES, CÉSAR, MUJERES!... "¿por dónde queda el camino?" Y echaba de menos ese instante último, cómo vencer y saberse vencido. (como) montañas y sacos, libros donde cabalga la llanura, de versos parecidos que siguen bajo la estela de un fuego trágico -pero soportable-... libros donde cabalga la llanura... ¡reducidme a polvo! digo sonriendo ya, llorando ya sobre un teatro en que vosotras y todos los césares os preguntáis de alguna forma: "¿y dónde queda nuestro camino?"
UN SOL IMPOSIBLE... "sí, los he visto en Roma, con nuestros pies reales cansados: caminamos... ¡bailamos!
CONTRA TODA CENSURA... fuimos encerrados confinados obligados al malcomer al hambre y al contagio. Se nos borró
SI TODO FUERA UNA PRISIÓN... si así fuera, qué importancia tendría ningún camino: celdas abriéndose/cerrándose, ángeles abriéndose/ cerrándose. Y en ningún camino: tú mi cariño eterno, tú: tu feminidad usurpada (...) prisión del alma, del que te quiero: prisión. Si todo fuera un bucle que exagero cuando creo acariciarte (sin rugido)
BORRACHERA DE COLORES SORPRENDENTES... todo camino se presenta a nuestros ojos como una luciérnaga embebida agonizante terca y compañera. Es evidente: "este chico ha tragado de más sin tener en cuenta los efectos secundarios de tanto lirismo inconsecuente: canta para su voz de ron su botella sus nenes y piensa en revolución (de alguna forma...)
SOBRE LA CENIZA DE LOS MANICOMIOS... buscando de entre el escombro el camino. Total, para comprobar algo que el común de los mortales tiene claro: que no quiere acabar su vida en un sitio de "mala muerte". Sobre esta ceniza imaginaria que chafo a cada paso...
QUE REINE EL GENIO LOCO CONTRA LA VOLUNTAD DE SU GRIS DESTINO... el genio loco era la voluntad. La voluntad era incolora: era destino. El genio loco es incoloro, es destino. Luego hay camino cuando parece que todo se disipa...
HACIA EL MEDIODÍA DE ZARATUSTRA... por el caminito que lleva a la Gran Engadina, dichosa, barrio periférico de una luz de urbe, leche amerindia impuse al recuerdo. Mi viaje fue breve, y aún así, me llamé: El Siguiente, el Gran Anunciador. Simplemente, me dije. Nadie me anunció. Nadie.
LO HUMANO, HOY... "llegué a pensar que las ideas comunistas tenían su encrucijada en París 1871". "llegué a pensar que tenía razón" que Rosario, Jean-Marie eran idénticas como esos pétalos que vuelan por Occitánia donde nada, ninguna palabra, recuerda esa catástrofe, "ese" Apocalipsis (que no Armaggedon) donde, lo humano hoy vive como ningún verso de estos que atropellan con su sudor ya amarillento, tu cara obcecada a través de siglos, de los nimbos que anuncian una y otra vez, cada vez más obsesivamente la batalla final...
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