DIARIO

I

La vida y su gran hoguera de vanidades

La vida y su tensión continua y macabra
de la cual parecemos no salir.

La vida y las intuiciones de los genios
sin los cuales estaríamos perdidos.

Pero es triste considerarse genio
simplemente por comparación.

La muerte no es lo contrario a la vida
ni forma parte de esta.

La muerte es una palabra
que muestra y encubre.

Muestra que la vida está ahí
para que la aprovechemos al máximo.

Encubre otras realidades...

la muerte se fetichiza, se cuenta, se numera

la muerte se canta y se llora
la muerte te retuerce: es un mal día.

¿Aprovechar al máximo ese don?

¿y no aprovechar
todo lo que las generaciones anteriores
recogieron y supieron transformar

con fuerza y delicadeza?

La muerte es un principio

¡pero no comenzamos a morir cuando nacemos!

morimos si no tenemos por vida
algo más allá que la costumbre
          sobretodo
si nos acostumbramos a la crueldad

que es la muerte más dolorosa
pues vives sólo creyendo vivir.

¿creo vivir yo mientras escribo estos versos o diario?

Además de esto debiera preguntarme:
¿debe importarme eso a mí?
¿argumentar la confesión o depender
de un lector que no sea yo mismo?

Sé que necesitaba decirlo
pero necesito también saber
responderme a mí mismo esa necesidad
de que la gente me reconozca... ¡por mi esfuerzo!

Y no que este sea baldío.

Entonces, ¿puede empezar ya la historia?
¿vivir es escribir, también?
¿tengo que explorar en ese escribir?

II

(SILENCIO) Ha pasado un ángel, dicen.

Por el Puente de Brooklin, dicen.

Se ha estampado, dicen.

Por eso “ha caído”, dicen.

Y se ha vuelto malo, dicen.

Porque ese puente no lo impidió, dicen.

La muerte también es el silencio.

Rumores apestosos.

Y si llegan a creer que te ha pasado algo malo?

que si te alistaste en la guerrilla 
que si estabas “zumbao”

que si esto que si lo otro sin preguntarte previamente a tí.

Es jodido que hablen de ti delante de ti como si no estuvieras.

¿Y sientes la necesidad de responderles?