viernes, 16 de noviembre de 2012

NIÑOS HUÉRFANOS DE CÓRDOBA

Bajo el crepúsculo de los adioses
los niños se reúnen
y en hogueras claman
y también se aburren
de sus muertos y las estatuas
que brillan en una noche
donde la luna
calló a derramar
agua bendita
sobre sus cabezas,
y escupen lágrimas
cuando a lo lejos se ve el humo

de cadáveres

que no pudieron despedirse.
En revolución de bailes
cantan hogueras que aman niños
licores fuertes se vuelcan
y comen

cordero,
peces dan de alimento a la tierra:
gusanos que una vez fueron hombres.

Si esto es un humano
un demasiado o...
se le ha visto volar en desbandada

tras palabras dichosas,
que no oyeron ni la noche
ni esa ceniza que ahora cae
sobre Córdoba,
(lugar del silabario
centro sagrado también del niño,
donde callan las palomas
las fuentes reberberan
y lo que no se dijo
se graba en las paredes
derruidas de los templos).

Cuando la noche caiga cansada
sobre los ojos de los rondadores
las putas y los mendigos
un heroe habrá nacido a la espada
gastada, con brillo todavía
en que se vio el fin
(ensangrentando versículos
de las guerras santas de los hombres
-si es que esto...-).

En este Mediodía,
magnífico de escarcha y violetas
niños saludan la temprana hogaza
que les ofrece su señor
y desde lo alto de su mirada
semejándose Dios
les niega la edad, oscura o clara
de sus ojos.

En sus mejillas números
en sus dientes "por fin" malsanos:
pan.
Y en su pelo, la caricia de una madre que perdieron

sí, peregrinación sin casta
sí, viaje que dejamos a la eternidad
     ritual del que aprendió a no acostumbrarse
sí: en todo esto late una nueva palabra:
libertad
y al conocerla, ríe y cae de sus narices cosas así como lágrimas
lloran felices y de sus ojos cae así pan, bosques para perderse...

"Adiós crepúsculo de multitudes", dice el calé.
Y los niños de Córdoba, iluminando con farolas
pierden la vergüenza en silencio.
Y hay un padre que les protege de ese puñal
que la noche tienta y amenaza
y los deja ir cuando, por calles seguras
ese cristo del madero trae una estrella
esperanzadora y firme.

La noche tiene dos soles que en la fuente derraman lirios
¡y su luz es justa!...

¡ciudades, detenéos!
ante los niños verdaderos.

Largas escalinatas les llevan hasta su adoración
de alfombras
y montes elevados ¿en su imaginación?.
Si algún final se acerca ellos lo reúllen
y en estampida irónicos y lascivos
pasan por encima de jeques y madames...
entonces llegan los comerciantes
mulos, burros y camellos
hileras de aljahuares
en idílico paisaje ¡simiesco!

¡Protegéos! que quieren comprar a vuestras madres
y desnudaos
pues vuestra ropa que antaño fue pobre
ahora reluce y llama a dinero.
Os agazapáis escondidos...
¡barcos de carretera que vuelven vacíos!
y en la fundición
resuena el piqueteo de las imágenes de Velázquez

¡No crezcáis! Pues aún hay lugar para vuestro imperio,
que por la inercia se hundirá en la anarquía o la hermandad...

No hay comentarios:

Publicar un comentario