"Fui campesino, niño feliz: pequeño productor
sentí celos en mi familia, ´por` mi madre
psicoanalista innovador, didacta
antifascista convencido
buen organizador de la juventud
y de la comunista en particular
investigué la materia orgánica, la vida
pionero en el tratamiento del cáncer.
Me dijeron de todo
fui expulsado de aquí y de allá, de esto y de aquello
me casé sendas veces y tuve hijos
a los que amé y di una educación libre
de prejuicios sexuales y de ataduras ideológicas.
Cuando conseguí establecer cierta seguridad
en mi vida, habiendo resuelto muchas dudas
que había planteado la ciencia y
las distintas escuelas filosóficas
(de Marx a Bergson, principalmente)
me detuvieron y mandaron a prisión
mientras me mantenían incomunicado
e investigaban con mi cuerpo,...
el rumor, el conservadurismo,
una sociedad
en que no me había sentido del todo extraño
parecía olvidar algo que yo no me había encargado
de recordar del todo:
la muerte de un hombre, culpable o inocente
no solucionaba nada por sí misma:
el asesinato debía ser la excepción.
Yo, Wilhelm Reich, te digo, compañero de celda:
si logras salir de estos barrotes que nos encogen
cuenta a mi familia que morí con dignidad/sin dignidad
y guarda un buen recuerdo de mí:
has visto morir un hombre humilde, y otrora satisfecho.
¿ya pasó El Mediodía y Zaratustra dejó su silencio impreso en la conciencia de los hombres? Un cigarrito, un café/ qué más se puede pedir/ quizás que no sepa a humo/ o que no esté frío/ que bajen el precio/ o te suban el salario/ que haya más descansos/ o que no se vaya TAN a destajo
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