sábado, 22 de diciembre de 2012

DE QUÉ VALE ESCRIBIR


De qué vale escribir se habrá preguntado todo escritor  cuando no hay necesidad de ello. Puede ser tu profesión y puede que no tengas nada interesante que decir. Eso es un problema que por suerte no sufren todos (yo no soy escritor de profesión) ¿Pero y el de un analfabeto suponiendo que lo tenga o en todo caso un pobre que no tiene tiempo para leer y, por lo tanto, no ser libre. También es malo leer algo que no quieres leer y que todo lo que leas te guste sin el menor estremecimiento de tus convicciones: así el mundo no avanza, suponiendo que las convicciones de la gente hagan avanzar al mundo…

ser pobre es un problema y ser pobre y escritor es un doble problema u “otro problema”, según se vea: el pobre “sin pluma y papel” está más indefenso y el pobre y escritor tendrá que apañárselas como pueda para sacar a la luz sus escritos, sin caer en una pobreza aún mayor o para tener tiempo a sentarse a la mesa o para no perder esa chispa que le invitó a comenzar esa tarea. Claro que tiene que haber algo que invite a escribir.

Si no, nadie se interesará por lo que escribes (al menos que tus textos sean de una obligada lectura para algún “semi-desgraciado”). Lo que me invita ahora a escribir es nada más y nada menos
Que salir del atolladero de “no saber cómo decir todo aquello que quiero decir”: empezar hablando de la propia escritura es una buena manera, según dicen. Ocurre que yo me preocupo por el mundo, o tratando de saltar por encima de una “subjetividad que no me gusta nada”- al menos,
UN mundo en que las desigualdades en cuanto a la adquisición de alimentos, casa, trabajo y otras “cosas” –llámesele también DERECHOS- muy básicas es vergonzoso.

Esto ha sido muy tratado en la literatura, sea de tipo novelístico como sociológico. También, pero en menor medida, en la poesía. Me refiero a literatura de calidad. Obras que siempre, al leerlas, nos aportan nuevas perspectivas y ámbitos de actuación artísticos y sociales.

Es notable que NUNCA los clásicos, pese a influir también notablemente hayan sido leídos “en masa” salvo algunas excepciones como El Quijote o El Señor de los Anillos -realmente conocemos sólo tres o cuatro versos de Neruda, igualmente con frases de Marx o Nietzsche; cuando digo “conocemos”, igual exagero: quiero decir “nos suenan”; la Biblia es muy mal conocida incluso por los judeo-cristianos-. Y es comprensible, normalmente, lo que se lee con gusto es lo que se comprende… o lo que nos sugiere -el qué nos sugiere es o puede ser muy variopinto, pero puede asemejarse al comprender en cuanto intuimos que detrás de algo dicho hay unas resonancias bien concretas aunque no sepamos situarlas exactamente-.

En realidad “leer con gusto” parece un privilegio. Quizás se deba decir mejor “leer con interés”.
Si se lee con interés las obras prosísticas de Nietzsche, quizás se pueda leer con gusto –o un gusto mucho mayor- Los ditirambos dionisíacos (colección de poemas) ¡y viceversa!

Es verdad: ¡leer con gusto!... olvidaba la disciplina de los centros educativos (y la disciplina que a veces yo también me he autoimpuesto…).

Cuando uno quiere hacer balance, sobre lo que implica el sistema educativo en nuestra actitud frente a la lectura, en cómo seleccionamos esto y aquello, nos dejamos guiar por consejos, asumimos acríticamente que hay que comenzar… ¡y terminar! unas lecturas (además de emprender otras para las que no tenemos formación científica y/o no estamos preparados anímicamente); uno no sabe qué decir…

¡bueno! ¡no somos analfabetos!...

está la libertad de expresión –había un humorista que decía “sí, hasta que haces uso de ella”-. ¿Pero se debe olvidar que “esa libertad de expresión” se usa, se administra o se ejecuta para unos mismos planes dentro de las propiedades/posesiones de los medios de información (o desinformación, según se dice ahora). ¿En unas pocas manos?

-Discúlpenme, he alargado un poco la pregunta-.

Yo voy a ser honrado, estoy implicado en política, con lo cual –ya lo digo: voy a ser honrado- todo lo que diga va sonar maquiavélico y podrá ser utilizado en mi contra J.
¿Se trata entonces de leer?
¿de escribir?
¿de periodismo?
¿de política?
Yo creo que se trata de ser libres.
Entonces se trata de leer, de escribir
¿de hacer periodismo?
¿de hacer política?
Quizás sí se trate de hacer cierto periodismo y cierta política…

¡¿Pero se trata de leer y de escribir tan siquiera?!
Y si esta imagen no nos remitiera a aburridas clases de
y a ejercicios de
y a papeleo de…

...parece que la tecnología progresa a un ritmo “espantoso” y todavía no hemos logrado facilitar y hacer mejor todo lo que pasa por leer y escribir. Entonces, facilitar y hacer mejor es “ser libres”...

bueno, mundo complejo, dime tú a mí si ciertas cosas no cuestan esfuerzo…

…todo lo que pasa por leer y escribir “bien”, qué sé yo, quizás no con tanto énfasis en la caligrafía o la ortografía J, sino con otros “criterios”…

¡¿pero qué es leer “bien”?! Quizás aquí valdría más decir QUE NO ES leer bien: por ejemplo decir que el autor de este texto ha llevado el máximo cuidado con las faltas, con la expresión formal…

¿leer bien no es ser otro?
¿leer bien no es ser uno mismo?

¿cómo explico yo esta paradoja, sin que parezca demasiado evidente y sin aburrir también demasiado… ¡pues mejor no la explico y así puedo decir a “ese mundo tan complejo” lo fácil que me fue salir de ese atolladero: yo soy yo y tú eres tú, y hay una diferencia muy grande: tú sólo te ves a ti mientras lees…!

Y alguien respondió que él/ella leía para no verse a sí mismo/a

Pero eso no explicaba del todo la parábola: eso implicaba una actitud elemental, un escapismo en este caso, una condición de su proceder en la lectura: probablemente más que querer, necesitamos vernos reconocidos de algún modo y también esconder, a través de las cualidades de unos personajes lo que no somos, lo que nos gustaría ser. Es loable, pero no se puede/debe vivir de ello, así, mecánicamente y/o sin conocimiento...

saber leer es vencer algo más que la pereza: nuestro narcisismo quizás se verá muy dañado o no obtendremos respuestas a las primeras de cambio, pero sabremos avanzar si vemos en lo que leemos algo de la realidad y, además, algo que podemos lograr o emular…

quizás haya quien tenga unos propósitos más “modestos”. Yo no sé. Pero hay literatura que con una sola ojeada ya me cansa: no me dice prácticamente nada, a veces sólo “buenos propósitos”.

No hay que confundir: hablo de literatura publicable. Yo nunca diría que una poesía escrita desde la sinceridad, o sin imposturas, a alguien cercano “no tiene calidad”. Estaría faltando a la verdad. Otra cosa es que merezca ser publicada o según en qué medios.

También hay que decirlo: hay autores que por su importancia histórica se merecerían tener publicada toda la obra y no es así.

Pero quizás aquí ya hemos saltado “de un plumazo” al saber escribir, y esto, lo repitan hasta la saciedad como si lo callan, requiere leer y leer, variado y bueno.

Uno nunca podrá decir que sabe manejar todos los recursos a la perfección, o yo, al menos, no conozco a nadie que haya hecho la “obra definitiva” en ningún género literario, incluyendo la(s) ciencia(s). ¡Duden!... en serio...

...y esto manteniendo un nivel a lo largo de años.

U, otra vez, yo estoy apuntando muy alto y quizás de lo que se trata es de saber redactar bien, es decir, de tener un nivel medio de secundaria

“Saber” leer y escribir, manejarse con conocimientos básicos era en principio una reivindicación de la clase trabajadora y el pueblo entero, en la lucha por su emancipación.

Cómo haya podido “adulterarse” y “manejarse” esa reivindicación es algo que aún lamentan muchos luchadores (desde las Casas del Pueblo y los Ateneos Libertarios se hicieron verdaderos esfuerzos, muchos de ellos fructificaron).
La emancipación de todas las clases desposeídas a través, no sólo de la lectura, creo que está claro, es algo por realizar, al menos en nuestro territorio –el Estado español- y desde aquí, que para esto sí es modesto lo que escribo, va a ser imposible nada que no fueran recomendaciones… 

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